La Pradera

Mis ojos dorados se alzaron al hermosísimo cielo y supe que, de haber podido llorar, los ojos se me hubieran llenado de lágrimas.
- Es...- dije, paralizada por un momento. Violet me miró, nerviosa.
- !Es hermoso!- exclamé y llevada por el entusiasmo infantil la abracé como una niña- ¡Gracias Violet! Este lugar es tan bello...
Me dejé caer en el pasto, tendida cuán larga era y observé con los ojos abiertos de par en par el cielo tejido de estrellas.
Estaba tan contenta que, según mi costumbre, comencé a cantar en voz baja:
La noche es tan hermosa
El cielo es un tapiz de belleza
Como un paraíso de luceros
Dulces sueños los míos
Como quisiera permanecer siempre
Cerca de un lugar como éste.
Callé un momento. Maravillada, recorría con mi ansiosa mirada cada pedacito de la bóveda celeste.

Volví a reír, pero esta vez mi risa era más suave, más calmada.
- En este lugar hay tanta paz- le dije a Violet, musitando apenas, sin perturbar la calma. Pero había algo más que armonía en mi corazón y mi voz quiso alzarse por encima de todo, porque estaba contenta y porque a mi lado yacía, tan pálida como yo, la más linda amiga que había tenido jamás:

El canto de los pájaros
Se ha acallado ya
El aire nocturno
Es como una oleada de perfume floral
La frescura del ambiente nos envuelve
Y miramos y miramos
En el cielo oscuro
La luz en la oscuridad buscamos.
La calma ha vuelto ya.
Ahora sólo hay que mirar.
Mi voz se fue desvaneciendo lentamente. Suspiré, apacible. Era tan dulce aquella noche estrellada...

Me inundaba una paz que hacía realmente mucho tiempo que no sentía. Era tan extraordinaria la influencia de Violet sobre mí que no sentía ya el dolor que la mayor parte del tiempo sacudía mi vida y sabía que le debía mucho a ella, mi querida amiga...
- Violet- susurré con languidez- Si tú pudieras cambiar algo de tu pasado, ¿Qué cambiarías?
No sabía por qué preguntaba eso. Pero quería conocerla mejor, quería entender del todo, quería comprender. Era una noche hermosa y extraña y parecía que había muchas cosas que decir...

Era una noche demasiado hermosa para estropearla. Así que dije con voz amable, dulce, tierna:
- No es necesario que hables si no quieres, sabes? Pero me gustaría que al fin se rompieran todas las barreras humanas y pudiéramos contar aquello que jamás nos atrevimos a decir...

Sonreí.
- Si el alma fuera un sonido, si la vida fuera una canción- canturreé con dulzura, alzando las manos, creando figuras, viendo las estrellas, tejiendo momentos...

Cerré los ojos un momento, porque el Viento del Norte seguía susurrando secretos. Contesté en voz muy baja, extrañamente ronca:
- Si... El violín y el piano.

- Lo haré- contesté, con una voz que seguía siendo extraña.

Secretos de luna y sol
Por qué miras a tu alrededor?
Si yo te pidiera que viajaras
A través de la niebla
Niebla de color gris
¿Vendrías conmigo?
Más allá de la humanidad
Hay otro mundo
Tan distinto...
¿Y si te contara
Que a mi lado
Podría ser de otra manera?
La luna es de plata espléndida.
¿y si yo te invitara
A ser lo que soy yo?
¿Qué pasaría?
Más allá del Sol
Es la luna la que ganó
La batalla en tu corazón...
No niegues tu propia carga...
Los muertos si pueden hablar
A través de mí...

Había estado cantando, pero no podía reconocer mi voz. No obstante, reconocí la canción. No era mía, oh no, no eran mis palabras. Eran frases que una vez un ser de palidez mortal había cantado para mí, en una noche como esa... Me estremecí. El aire era frío pero no era por eso...

Su voz alarmada me devolvió a la realidad.
- ¿Qué?- pregunté, mientras parpadeaba. Entonces recordé y me incorporé lentamente.
Y miré con afecto y tristeza a Violet.
- Hay lazos que no pueden romperse- dije con sencillez

Estaba como ida. En mi cabeza seguía escuchando la canción aquella, una canción de la que no podía desprenderme....
Pero podía advertir preocupación en la voz de Violet y entendía por qué. Pero no podía irme. No podía abrir los ojos, que había cerrado otra vez, porque sabía que Violet me preguntaría por qué tenían un tono violeta... No podía moverme, tenía que saber por qué estaba aquello ahí...
Así que dije:
- No te preocupes Violet... Estoy bien

Sabía que no podía quedarme callada. Violet estaba preocupada y yo no quería alterarla. Suspiré y lentamente, abrí los ojos. Sabía que debían verse como los de un gato, amarillos y como finas rendijas las pupilas. Con esos ojos miré a Violet y le dije:
- ¿De veras quieres saber?

A pesar de todo, adiviné lo que pensaba.
Sonreí.
- No es tu culpa- le dije y era la verdad- Te pregunté eso porque... quiero contarte pero no sé... no sé si no me dé miedo lo que pienses. Lo cierto es que esto no es por ti ni por este precioso lugar... es por los recuerdos.

Suspiré.
- Lo sé- susurré. Luego me senté y encogí las rodillas, apoyando mi cabeza en ellas.
Aspiré lentamente y hablé de este modo:
- ¿Ves la canción que canté hace un momento? No era algo mío. Hace mucho tiempo, una noche, el vampiro que me convirtió la cantó para mí... Es algo complicado.