Habitación de Ivy

- No!- exclamé y aferré a Violet por el brazo- No te vayas, por favor. continué más tranquila.
- Todavía hay peligro- le dije severamente a Violet mentalmente- No me hagas ordenarte con mi poder a quedarte en casa.

Temblé. No servía de nada esconder que tenía miedo por Violet.
- Está bien- dije mentalmente- no te obligaré a quedarte si no puedes. Pero a mí no puedes obligarme a quedarme. Vámonos.
Advertí que Violet miraba a Edward y a Bella. Sonreí.
Y empecé a decir en voz muy baja, al asiento donde tanto él como ella reposaban.
- Asiento de cuero y terciopelo, llevalos a la habitación de él
Vi que Violet me miraba de forma extraña. Sonreí y mientras Edward y Bella (con rostros palidos y desconcertados) eran transportados por aquel sillón en absoluta calma fuera de la habitación, le dije, ahora divertida, a la otra vampira que quedaba:
- ¿No te había dicho que hasta los objetos inanimados me obedecen?
Empecé a reír sin poder evitarlo y la arrastré a ella también.
- ¿Adónde?- pregunté luego, en el umbral, en voz alta.

- Dioses- susurré, impactada. Tuve que apoyarme en el umbral de la habitación para no caerme. No sabía si sentirme furiosa, conmovida o simplemente atónita.
- ¿Qué voy a hacer contigo, Violet?- le pregunté- Cómo...cómo es posible- ni siquiera pude terminar la frase.
Respiré hondo.
- No entiendo cómo es posible que creas que te dejaría marchar sola.- dije finalmente, con calma casi glacial- Para empezar, primero tendrías que matarme.
La miré con ojos duros. Era difícil porque Violet era joven y porque no había tenido mala intención pero había que hacerlo y lo hice. Y continué hablando, vaya que sí.
- En segunda, porque no soy tan ciega para no ver que ibas a hacer alguna locura. Y en tercera porque tampoco podría perdonarme que te sucediera algo. ¿Cómo crees que miraría a la cara a Carlisle y a Edward y a todos si eso pasara?
Me estremecí involuntariamente. Advertí que Violet iba a hablar pero alcé la mano, impidiéndolo.
- Ya no quiero hablar de eso- dije, disgustada- Mejor dime a dónde iremos ahora y ya.

Me reí amargamente.
- Eres todavía peor que yo intentando convencer a la gente- dije, cansada- Pero yo soy todavía aún más testaruda.
La miré a los ojos y sabía que los míos eran como acero dorado y verde.
- Ahora haremos lo que tú digas- continué- No jugaremos. Iremos a tu casa, llamaremos a tus padres y luego iremos a buscar información sobre el que te persigue. Luego, ya veremos.
Me agarré del marco de la puerta nuevamente, suspiré y cerré los ojos. Necesitaba un minuto porque habían sido demasiadas emociones en un día y aunque ya no era humana, era quizá demasiado.

Podía estar exhausta pero seguía enfadada.
- No soy de cristal- dije con sarcasmo.- Además..- una luz titiló en mis ojos. Me estaba medio riendo- Si Ed te regaña, bien merecido te lo tienes.
Aligeré mi postura y me puse derecha.
- Vamos de una vez, antes de que me canse de todo esto- dije, decidida- Seré yo quien diga qué haremos. Vamos a tu sala de estar, allí podrás hablarle a tu madre y yo podré sentarme un momento.
Sin esperar su respuesta, comencé a caminar lentamente hacia las escaleras, sin mirarla. Después de todo, no estaba cansada físicamente sólo emocionalmente y eso, se superaba rápido.

-Esta bien... ganas de nuevo....- dije y la seguí fuera de la mansión.

*Corrimos hasta mi casa. Estaba exactamente el igual que como la deje. Mi decoración era simple al lado del cuarto de Ivy. No dijimos nada más durante el viaje. Al llegar, Ivy se sentó y yo me dispuse a tomar el telefono.*

OFF: Sigo allá ^^

- Yo siempre gano- murmuré.

OFF: ^^ Te alcanzaré.

Entré a mi habitación y me desnudé con rapidez, arrugando la nariz al ver que mi ropa estaba ya arruinada.
- Será imposible arreglarla- musité con fastidio para mí misma- Ah, que importa. Tengo mucha más ropa.
Agarré una blusa roja en cuello V y unos pantalones de mezclilla y me los puse, poniendo cuidado en no mancharlas de nada.
- Listo- exclamé a la habitación vacía.- Vamos con Ann otra vez.
Sali de mi habitación y fui a la habitación continua.

- Desearía poder pensar un momento y calmarme- suspiré- Me he agitado demasiado últimamente, me temo que tengo que pensar con más claridad.

Sonreí pero no agregué nada más. Me senté en una mullida silla al lado de mi ventana preferida y miré hacía fuera, viendo sin ver el sendero.
Nos quedamos en silencio un buen rato, mientras la luz comenzaba a desaparecer.
De pronto, una sombra muy conocida se deslizó lejos, en donde la luz chocaba como un sueño con la creciente oscuridad.
Lancé un grito ahogado, causado por mi intensa sorpresa. Había reconocido a la sombra.

- Yo...- comencé a decir. Pero miré otra vez por la ventana y advertí que la sombra había desaparecido.
- Creí ver algo- dije, otra vez serena. Luego la miré de reojo y mientras mi boca se fruncía en una sonrisa torcida, dije, afectuosamente mordaz- ¡Qué bello vocabulario! ¿Estás segura de no haber frecuentado malas compañías antes?
Mi voz tenía las cadencias de lo que un día había sido mi tiempo.

Cerré los ojos.
- Lo vi... a él- susurré, sin poder decir nada más.

Negué con la cabeza. No podría explicarle jamás a Violet que las emociones que se despertaban en mí no se debían precisamente al miedo. O quizá sí. Era todo muy confuso.
- Está bien- conseguí murmurar y me llevé una mano al cuello, acariciando casi inconscientemente el collar que siempre llevaba al cuello.

Violet se puso a jugar con mi cabello. Aquel gesto cariñoso trajo un recuerdo del pasado y me estremecí ante la potencia de él.
- Está bien que te quedes- dije, intentando no perderme en el pasado- Así podré recordar que nada de lo ya sucedido tiene que tener poder sobre mí. Perdona- agregué- Soy algo sensible al pasado, precisamente porque no puedo tener ningún control sobre él.