Habitación de Ivy

Llevé a Violet a mi habitación sin pensármelo mucho, aunque era cierto que a pocas personas les había dejado ver este cuarto, demasiado privado para que me sintiera cómoda enseñándoselo a alguien. Sin embargo, las cosas habían cambiado. Violet necesitaba protección y por alguna razón confiaba mucho en ella, aunque le tapé los ojos con una venda- aunque sé que se quedó un tanto desconcertada por ese gesto) antes de entrar a la habitación.
Esperaba que Violet confiara en mí. Yo ya confiaba en ella, esperaba que pudiéramos ser amigas.

Suspiré cuando entramos. A decir verdad, todo lo nerviosa que no me puse en el hospital, me puse en aquel momento. Y es que no era que hubiera cambiado de opinión, sino que sabía que Violet haría muchas preguntas que yo no estaba del todo preparada para responder.
Pues, ¿Cómo podía explicarle a mi nueva invitada el hecho de que mi habitación fuera tan grande y al mismo tan pequeña? ¿Cómo podía decirle que lo que veían sus ojos no siempre estaba ahí? Y ¿Cómo podía explicarle, que más allá de los seres "mitológicos" también existía la magia? Era casi cosa de locos pero no podía retrasar más el momento. Violet comenzaba a ponerse nerviosa también y no podía permitirlo. Así que me tendí en la cama de colchas de raso, terciopelo y en silencio ordené a la venda que se retirara de los ojos de ella.
Advertí que los ojos se abrían de par en par al ver a su alrededor. No era para menos. Como si yo estuviera en sus ojos, vi lo que ella veía: el suelo de cristal, la inmensidad monstruosa de la habitación, el agua que fluía por debajo del cristalino vidrio las paredes blancas decoradas con los relieves del pasado y los muebles de formas fantásticas y muy fantasiosas.
Suspiré... otra vez. Violet parecía ya más que sorprendida y me preocupaba que se alterara en demasía. Así que dije en un susurro que sólo podía oír ella:
- Sé lo que estás pensando. Esto es demasiado extraño para ser real. Pero no has de temer: si te invite a entrar, es porque eres de mi entera confianza. No puedo decirte más, excepto que no te sorprendas si el aspecto de este lugar cambia de cuando en cuando.
No tiene que ver del todo conmigo.
Mi voz se extinguió en el más profundo silencio. Violet no había dicho nada. Esperé, aparentemente tranquila.

De haber podido sonrojarme, lo habría hecho. En lugar de ello le devolví la misma sonrisa cálida y sincera a Violet y me relajé. Al fin pude hablar con toda la franqueza del mundo y me sentí extremadamente bien al hacerlo:
- Gracias. Sí, en efecto, pocas personas han visto este lugar porque era para mí demasiado privado para compartirlo. Supongo que después de todo lo que me ha pasado, no he considerado la posibilidad de tener una amiga. Me agrada que te sientas segura aquí y he de decirte que yo me siento segura contigo. Por alguna razón que desconozco, sé que no me traicionarás.
Callé y un largo pero tranquilo silencio cayó entre nosotras. Dije entonces, con cierta sorpresa, al verla de pie aún:
- ¿Por qué no te has sentado ya en algún lado?

En ese momento, me sentí dividida entre la más hermosa alegría y un punto de desconsuelo que empañaba un tanto la sensación anterior.
Dije sonriendo:
- No tienes que darme las gracias. Es un placer para mí. Además, yo también me siento muy contenta. Es bueno tener una amiga como tú por aquí. El único problema es que yo no acudo al Instituto.
La expresión de Violet reflejó el más absoluto desconcierto. No pude evitar reírme un poco.
- No voy al Instituto porque no me siento del todo cómoda con tanta gente a mi alrededor- expliqué- Así que, aunque mucha gente me conoce y se siente bien conmigo porque así lo quiero, no tengo qué acudir con las tediosas responsabilidades que mis hermanos sí.
Aunque...- me detuve. Estaba pensando a una velocidad de vértigo ( ) y de pronto dije, al ver la expresión un tanto desilusionada de Violet:
- Quizá entre este año- dije para apaciguarla- Va a ser divertido.
Y en verdad lo pensaba. Hacía mucho que no convivía realmente con nadie que no fuera los Cullen y quizá ya fuera tiempo de hacerlo.

Me eché a reír.
- De acuerdo- dije. Era verdad que tenía muchas preguntas pero preferí que ella decidiera lo que había de contarme. Asi que agregué:
- Cuéntame... de tu vida. Lo que quieras, lo que estés en posición de revelarme. Me gustaría saber más de ti. Puedes decirme lo que quieras.
Una nueva sonrisa asomó a mi rostro y dejé que floreciera, encantada. Me sentía inusualmente bien.

- Quisiera saber...- comencé muy suavemente- qué sucedió después.
En efecto, la había estado escuchando atentamente. Pero, pese a todo, no iba a convertir aquello en un interrogatorio. Violet tenía que decirme lo que ella quisiera, por su propia iniciativa. La miré. Sus ojos eran profundos y hermosos y comprendí que era una buena y encantadora persona. Sonreí. Ella pareció tomar una decisión porque continuó hablando, lenta, lentamente, mientras su mente agarraba el rumbo de la narración.

Sentí como mi corazón se llenaba de empatía y comprensión por Violet. Entendía su dolor y su culpa y entendía también lo difícil que había sido para ella el contenerse ante la sangre fresca en los años primeros de su condición y el por qué no pudo controlarse. La miré y le dediqué la sonrisa más amable y dulce que tenía, porque sabía que ella lo necesitaba y porque, por otra parte, cada vez me caía mejor.
- No te atormentes- le dije dulcemente- Hay cosas que no podemos controlar y menos en los primeros años. En cuanto a tu vida... no creo que no sea interesante. Al contrario. Sin embargo, puedo hablar yo, si así lo prefieres.- Con otra persona esto último me habría resultado muy doloroso, sobre todo porque estábamos hablando del pasado, pero con Violet no me importaba.
- Es que no se me hace justo que una sepa más de la otra- sonreí, para que Violet no tuviera que decirme que no había problema- ¿Hay algo en especial que quieras saber?- agregué sonriendo tranquilamente, por enésima vez.

Estaba dispuesta a ser sincera. Violet no había dejado de serlo conmigo en ningún momento y confiaba en ella pero no era fácil. Pero había cargado mucho tiempo sola con aquello y ya era momento de contar las cosas. Aspiré aire a pesar de que sabía no era necesario y comencé.
- Nací en 1902. De mi vida humana recuerdo muy poco, con excepción de los momentos más esplendorosos que pase con mi hermano Edward- procuré que mi voz fuera clara e inexpresiva. A pesar de no poder mirarla, advertí que Violet me miraba atentamente, gentil, atenta- De todas formas, los recuerdos son engañosos. De lo único que tengo clara certeza fue de la elección que tomé cuando cumplí los catorce años. Mi decisión inapelable e inquebrantable de partir lejos, de conocer el mundo Convencí a mis padres y mientras estaban encarándose con los firmes e inconscientes deseos de mi hermano, me dejaron partir con toda seguridad.- Le lancé una sonrisa desvalida a mi nueva amiga y ella sonrió a su vez. Continué sin premeditada lentitud- Pasé algunos meses por el extranjero de cuyos nombres ya me he olvidado. Iba de corte en corte, conociendo poco a poco a la aristocracia europea y conociendo aquello que tanto había querido saber. Pero después de unos meses mi ansiedad se enfrió y dejé de viajar. La razón era un hombre.- Sonreí irónicamente, incapaz de evitarlo.- Él era fascinante, oscuro y terrible. Destacaba entre los demás por su deslumbrante y fría belleza, por su mirada profunda y temible. A él si que lo recuerdo perfectamente. Recuerdo con claridad los ojos casi siempre negros como el carbón, los cabellos largos y ondulados oscuros y brillantes como las alas de un cuervo y el contraste con la tez increíblemente pálida, la piel más blanca que había conocido jamás.
En ese momento Violet tomó aire pero no me detuve. No podía hacerlo o jamás podría continuar.
- Como comprenderás, me atrajo inmediatamente. Así que simplemente me dejé llevar en el juego más peligroso e insensato que había jugado jamás... el juego del poder. O al menos, eso fue hasta que descubrí su secreto.
Sonreí tristemente. Los ojos de Violet no se apartaban de mí y yo sólo continué.
- Fue una noche en que lo descubrí arrebatándole la sangre y la vida a una mujer mortal. Yo no debía de haberlo sabido ni tampoco debía de haber sobrevivido. Pero lo hice.
Hubo una pequeña pausa y Violet preguntó:
- ¿Te convirtió en ese momento?- Para su enorme sorpresa, negué con la cabeza.
- No pero me perdonó la vida porque así se lo pedí, jurando guardarle el secreto de su condición. A partir de entonces, nada volvió a ser como antes. Tenía pesadillas por causa de aquella noche y tenía miedo de aquel ser, aunque jamás me permití a mi misma demostrarselo en ló más mínimo. Pasaron algunos meses y poco a poco fui tranquilizándome al advertir que el vampiro no sólo no me molestaba, sino que parecía evitarme lo más posible. Estaba empezando a pensar que todo podía ser como antes cuando llegó al lugar otro hombre. Muy distinto de aquel que en un principio me había casi atrapado en sus encantos y sin embargo me robó el corazón desde el primer instante.No pude evitar sonreír torcidamente al oírme a mi misma. Sonaba demasiado bello para ser cierto. Como si todo fuera tan sencillo.
- Me casé con aquel hombre- seguí con sencillez- Porque lo amaba y él se había enamorado de mí. En ese sentido tengo poco que decir, excepto que me sentía afortunada de ser tan feliz. ¿Has notado- le pregunté a Violet- que cuando llega la felicidad por un lado, de vez en cuando todo florece por un tiempo, como si fuera una cadena?Ella asintió.
- Pues así sucedió por ese entonces conmigo- dije- Como si fuera una avalancha de buenas noticias, o una racha de buena suerte, las cosas estuvieron hermosamente tranquilas y serenas durante un tiempo. Un año. Recuerdo que yo pensaba que nada podía estar mejor. Tenía a mi lado a un buen hombre al que amaba (lo cual era difícil en esos tiempos, ya sabes, porque los matrimonios todavía eran de conveniencia), tuve un hijo y había prosperidad y bienestar en la región, pese a las guerras, que efectivamente, se estaban desarrollando no muy lejos de casa. Pero entonces la fortuna, caprichosa, cambió de dirección.
Y el mal se encarnó en el mismo vampiro que ya conocía. Sin necesidad de mirar, pude sentir como Violet se tensaba ligera, inconsciente, involuntariamente.

- Fue un despertar terrible- seguí, viendo al vacío, comenzando a enronquecerse mi voz- Hambrientos, inexpertos, aún con el recuerdo de la agonía en la mente. No había ningún humano en los alrededores. Nada comestible... con excepción de un bebé.
No había querido ver a Violet hasta ese momento y tampoco quise verlo ahora. No quería ver el horror pintado en sus ojos. Simplemente continúe, porque no había ya nada que pudiera impedirlo.
- Un bebé que era mío. Y que por eso mismo, no pudimos, ninguno de los dos, atacar. No supimos cómo lo hicimos pero controlamos nuestros instintos y en medio de nuestra desesperación, surgió la idea de consumir sangre animal en lugar de sangre humana. - Suspiré. Y seguí.
-Y como no podíamos quedarnos allí- dije- Nos fuimos. Los tres. Pude haber dejado a mi hijo pero... no tuve fuerzas. Y nos fuimos de allí...
Mi voz se extinguió. Quedaban cosas que contar pero necesitaba un minuto.

No me ofendí ante su gesto. Me sorprendió un poco pero me consoló mucho, lo cual agradecí pero no pude decir nada todavía durante unos minutos.
- Está bien- dije, con la voz aún rota- Puedo continuar.
Sabía que a Violet no se le escapaba que hubiera llorado de haber podido pero no creo de todas formas que hubiera conseguido hacerlo. Hacía tanto tiempo que cargaba con mi dolor que ya no quedaba nada que derramar.
Así las cosas, me dispuse a continuar.

En efecto, había recobrado mi calma pero estaba exhausta. Había resultado un tanto extraño relatarle mi historia a Violet porque me parecía que había ocurrido hacía mucho tiempo. Quizá fuera así pero de todas formas, el dolor no se había ido. Comprendí que Violet estaba intentando comprenderme y se lo agradecí, sonriendo. Pero ya no dolió tanto en los minutos siguientes y mi voz recuperó su tono acostumbrado al decir:
- Gracias. Me parece que más que ayudarte, me estás ayudando tú a mí- dije, sonriendo, esta vez más animadamente.- Perdona. Es que no había contado esta historia desde hace mucho tiempo y me fue un poco más difícil de lo que creía. En todo caso, ya todo acabó.
¿Cómo te sientes?- pregunté y supe que entendería que no me refería a nada referente a mi historia.