Habitación de Violet

*Me senté en mi cama, estaba un poco cansada por el día que había tenido. Decidí reflexionar un poco.*

-Vaya, nunca pensé que vivir en un pueblo pequeño sería tan emocionante.-

*Dije después de dar vueltas por el pueblo y encontrarme con gente de mi especie y otras personas. Pensé que después de todo me encantará vivir aquí.*

-Solo espero que no me tengan miedo... No quiero que pase lo mismo que donde vivía anteriormente...-

*Seguí meditando...*

---------------------
Lo de cursiva indica cuando piensa

Llegué a su habitación lo más silenciosa y discretamente que pude... no quería molestarla. Era sólo que me daba un poco de curiosidad y quería conocer a la famosa Violet Pigeon...
Y la encontré tendida en su cama, más pálida que de costumbre, totalmente tensa.
- ¿Violet?- pregunté en voz baja, pero en el suficiente volumen para que ella pudiera escucharme.

Me reí suavemente mientras mis ojos buscaban los suyos.
- No sé si me conoces. Soy Ivy Cullen- dije tranquilamente- Siento molestarte. ¿Estás bien?
Mientras esperaba su respuesta, podía ver que estaba aturdida. Me pregunté en silencio qué había sucedido mientras por cortesía dejaba que la voluntad de Violet predominara, o sea que, no usé mi poder.

Vi en sus ojos el mismo destello de reconocimiento que en los demás que me veían por primera vez... y habían conocido primero a Edward. Resultaba un poco divertido lo parecidos que todavía éramos ambos a pesar de ya no ser los mismos pero bueno, al fin y al cabo hermanos de sangre éramos, teníamos que parecernos.
Alcance a escuchar la clara voz de mi interlocutora y me salí de mis pensamientos errantes. No pude evitar sonreír ante los intentos de Violet de permanecer lúcida y ser cortés conmigo en su estado pero esperaba que no se trasluciera demasiado la preocupación que en efecto sentía por su estado.
- Está bien- respondí lo más suavemente que pude a su petición de que me sentara.- ¿Te dan muy seguido esos dolores de cabeza?- pregunté, en media respuesta a lo que había dicho antes.
Nuevamente, dividí mi mente en dos y mientras una parte escuchaba atentamente las explicaciones de Violet la otra veía y veía todo su entorno.

Intenté mantener una expresión neutra pero sabía que no lo conseguiría. Sentía simpatía por aquella vampiro y sabía que mi rostro estaba demostrando la intensa concentración que ahora le dedicaba al asunto. Aquello no era normal y yo lo sabía.
No le oculté mis precupaciones. Después de todo, ella había sido sincera conmigo y quizá Carlisle pudiera ayudarle:
- Esos dolores de cabeza son anormales, Violet- aseguré con voz seria- Creo que sabes que nuestra especie no tiene puntos tan débiles... no te negaré que me inquieta un poco.
Violet parecía ligeramente alterada también. Por un momento tuve oportunidad de ver la situación desde fuera y una parte de mí se sorprendió de lo rápido que estaban surgiendo las cosas pero no me importó. Así que añadí con dulzura:
- ¿Por qué no vienes conmigo? Estoy segura que habrás oído de mi padre, Carlisle. Quizá él pudiera decirnos más acerca de esto.

De inmediato advertí que no podría levantarse sola. ¿Cómo era posible? Violet parecía increíblemente humana, pese a que los ojos, las ojeras y la habitual palidez que caracterizaban a nuestra raza delataran su condición vampírica. Sin perder un segundo alargué el brazo y sostuve a la joven con firmeza, conservando impecablemente la calma esta vez.
- Despacio- le dije con aquel tono que siempre usaba para calmar el miedo de las personas. Miedo que alcanzaba a percibir en sus ojos y en la expresión ligeramente renuente en su semblente confiado.
Violet no tardó demasiado en ponerse en pie pero yo sentía que algo iba realmente mal. Me mordí el labio distraídamente, porque quería pedirle que me dejara llevarla pero no me atrevía a arriesgarme a que se lo tomara a insulto.
La evalué unos instantes. Sentía su miedo. Y yo, aunque no sentía temor, percibía un ligero presentimiento en las profundidades de mi alma.
Pasaba algo. De eso era lo único de lo que podía estar segura.

Al oír aquel tono tranquilo que escondía la más cruda turbación, por un momento sentí algo parecido a la frustración. Me sorprendí. No había vuelto a sentir aquello hacía... bueno, hacía mucho tiempo. Respiré una vez para tranquilizarme y luego esbocé mi más calmada sonrisa. Recuperé el control. Me rei y contesté, dejando de lado mis quizá irracionales temores:
- Entiendo. No te preocupes, saltaremos por la ventana en otra ocasión.- La miré con fijeza y añadí con toda la cortesía que pude añadir- Pero tendremos que salir de alguna manera. ¿Me permitirías llevarte para ahorrarte las energías que necesitas?
Realmente no esperé mucho su respuesta. Extendí los brazos y la aferré con todo el cuidado del mundo, bajando lo más ágil y cómoda que pude por la vía habitual, la vía que yo llamaba "humana".
Ya en el exterior, eché a correr, acompañada por el viento.
Pero no dejaba de pensar.

Llevar a Violet al hospital no fue divertido. No tenía que ver con el peso ni con nada de ella sino que yo tenía que cuidar que nadie viera que tenía la suficiente fuerza para sostenerla con tanto descaro. Pero al fin llegamos y ayudé a Violet a sentarse en una banca, mientras pedía hablar con mi padre, que, como siempre, cubría su turno lleno de trabajo.
Luego de que la enfermera me dijera que llamaría a Carlisle enseguida, me senté junto a mi nueva amiga.
- ¿Cómo te sientes?- pregunté mirándola cuidadosamente.

Me reí al entrar.
- Gracias- dije- ¿Qué quieres que te cante? ¿Una nana para que intentes dormir?- agregué con cierta burla

Solté una larga carcajada.
- Supongo que no- admití.- Pero dime, ¿Cómo qué quieres que te cante?
Le saqué la lengua con descaro y me acomodé en una de las sillas de la habitación.

- Tú dijiste que querías otra canción- repliqué y sonreí.- ¿Qué quieres hacer?- pregunté.- Porque, ´¿No crees que he dado suficientes ideas? Puedo seguir proporcionándolas, por supuesto- mi sonrisa se hizo amplia y alegre- Pero me interesa saber, ¿De qué tienes ganas?